Que decía el Papa de Roma que si tienes un hijo homosexual lo mejor es que lo lleves al psiquiatra. Aunque el equipo censor del Vaticano luego se desdijo y eso. Porque queda feo y no quieren líos. Pero el estigma ahí sigue. Y no el de Cristo precisamente…
Y es que la cosa trae cola. No es invención del Santo Papa que, en su favor, podremos decir que se ha dejado llevar por años y años de tradición. La historia del término «homosexualidad» como etiqueta diagnóstica da fe de ello…
Porque hasta 1973 la homosexualidad era considerada como una «perturbación sociopática de la personalidad», pero no por el Papa, sino el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM) de la Asociación de Psiquiatría Americana. Desde 1952, la primera edición del catálogo clasificaba la homosexualidad como enfermedad mental, tomando como referencia algunas teorías sin evidencia científica que establecían una supuesta relación entre la homosexualidad y algunas formas de desajuste psicológico.
En la segunda edición del DSM (el DSM-II), tras la irrupción de movimientos activistas de la comunidad gay de EEUU que denunciaban la discriminación social a la que eran sometidos, se eliminó la homosexualidad como categoría diagnóstica de la sección de “Desviaciones Sexuales”, reasignándose a la etiqueta «perturbación de la orientación sexual» para hacer referencia a las personas cuya orientación sexual (fuese homo o heterosexual) les causaba angustia. En este cambio de parecer resultó decisiva la intervención de Robert «Bob» Spitzer (1932-2015), un psiquiatra que argumentó con contundencia la ausencia de evidencias científicas que justificasen la consideración de la homosexualidad, per se, como un trastorno. En su criterio «la homosexualidad no es una enfermedad, mientras los homosexuales se sientan cómodos con su sexualidad». Sin embargo, ese mismo psiquiatra participó posteriormente (en 2001) en un estudio con el objetivo de diseñar una terapia para revertir a homosexuales en heterosexuales, motivo por el que recibió multitud de críticas, y que aún se aplica en determinados países. De hecho, actualmente asistimos a un proceso paulatino de prohibición legal de la terapia de reorientación sexual.
Llegan los 80, y la tercera revisión del DSM (el DSM-III) reacuña el término «homosexualidad» por otro más rocambolesco, el de “homosexualidad egodistónica”, para hacer referencia al persistente e intenso malestar sobre la orientación sexual propia, que no se corresponde con la imagen ideal que se tiene de sí mismo. Pero este diagnóstico fue con posterioridad eliminado en una versión revisada del manual, seis años más tarde, en el DSM-III-R, donde bajo la etiqueta «trastornos sexuales no especificados» se agrupaba al persistente e intenso malestar sobre la orientación sexual propia, tanto en homosexuales como heterosexuales. Este cambio es ratificado en 1994 por la cuarta edición del manual, el DSM-IV, donde además, aparece por primera vez el diagnóstico «trastorno de la identidad sexual» (ubicado en un grupo de mayor envergadura denominado «trastornos sexuales y de la identidad sexual» que aglutina, además, las disfunciones sexuales, como la eyaculación precoz, o las parafilias, como la pedofilia), para describir la identificación acusada y persistente de una persona con el otro sexo.
Esa misma década, la propia OMS, a rebufo de los acontecimientos, se suma al cambio y elimina la homosexualidad de la décima edición del Catálogo Internacional de Enfermedades (CIE-10). APOSTILLA: en la nueva edición del CIE (el CIE-11), pendiente aún de publicarse, parece que se dejará de considerar la transexualidad como un trastorno mental, aunque pasará a llamase «incongruencia de género».
En el año 2013, el DSM-V elimina el término «trastorno de identidad sexual», que es considerado estigmatizador por profesionales de la psiquiatría y por la propia comunidad LGTBI y se acuña uno nuevo, la «disforia de género» para designar al desacuerdo existente en un persona entre su identidad de género y su sexo/género asignados al nacer, con los que no se identifican ni reconocen como propios. En aras de desestigmatizar en lo posible este fenómeno, los cambios efectuados en la quinta edición del manual no se limitaron a la etiqueta diagnóstica, sino que también afectaron a la ubicación del trastorno dentro del manual, ya que en el DSM-V la “disforia de género” se ubica como una nueva clase diagnóstica al margen de las “disfunciones sexuales” y las “parafilias”.
PERO NO SÓLO LOS HOMOSEXUALES HAN SIDO FRUTO DE PERSECUCIÓN POR LOS DIAGNÓSTICOS PSIQUIÁTRICOS, NO…
Más cerca de nosotros, en espacio, y no lejano en el tiempo, nos encontramos con el primer catedrático numerario de Psiquiatría en la Universidad de Madrid. A Antonio Vallejo-Nágera Lobón (1888-1960), que además fue jefe de los Servicios Psiquiátricos Militares de la dictadura franquista, le fue encomendada la patria misión de demostrar científicamente “la inferioridad mental y maldad intrínseca” de las personas de ideología marxista. Vallejo-Nágera partía de la peregrina hipótesis de la existencia de un origen biopsíquico del marxismo (algo a lo que llamaron el «gen rojo») y al más puro estilo del Dr. Mengele, en 1938 inició una serie de estudios para determinar qué malformación provocaba que un individuo abrazase el comunismo, utilizando como muestra a prisioneros de guerra, aunque posteriormente también utilizó a mujeres del bando vencido, a quienes definía como “seres inferiores al servicio de la maternidad”.
Vallejo-Nágera sostenía que el marxismo era una enfermedad mental propia de personas intelectualmente inferiores y moralmente despreciables y que además podía ser contagiado a sus descendientes, con lo que bajo la premisa de que “la segregación de estos sujetos desde la infancia podría liberar a la sociedad del marxismo” justificó el robo de bebés de madres republicanas para entregárselos a familias afines al régimen.
En sus ansias de “depurar la raza hispana”, Vallejo-Nágera impulsó la teoría eugenésica, donde abogaba por multiplicar a los selectos y dejar perecer a los débiles y, por ende, erradicar “el gen rojo” en pos de la supremacía de la raza, una mentalidad contemporánea de la Alemania nazi (que radicalizaron el concepto de eugenesia, justificando «científicamente» el genocidio) tan cercana al régimen franquista.
En España, campos de concentración y cárceles también sirvieron como laboratorios para demostrar «científicamente» que comunistas, socialistas o anarquistas eran «débiles mentales», o que las mujeres republicanas eran «ninfómanas genéticamente taradas».
Por su “contribución a la ciencia”, en 1951, Vallejo-Nágera fue investido miembro de la Real Academia Nacional de Medicina. Y en la actualidad, aún es posible encontrar calles que, “en su honor”, portan su nombre.
Estos pasajes no dejan de ser pequeñas historias en la HistorIa de la medicina. De cómo la medicina yerra y de cómo la medicina hiere en lugar de curar. De cómo la medicina se patologiza… Pasajes oscuros que (aunque queramos) no debemos olvidar, como garante para no repetir los mismos errores que nuestros predecesores cometieron.
BIBLIOGRAFÍA
- American Psychiatric Association. Manuales diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. Masson. Barcelona, 1952 – 2013.
- eCIE-Maps – CIE-10-ES Diagnósticos». eciemaps.msssi.gob.es [WEBSITE]. Disponible en: http://eciemaps.msssi.gob.es/ecieMaps/browser/index_10_mc.html#search=&flags=111100&flagsLT=11111111&searchId=1489865280683&indiceAlfabetico=&listaTabular=F64&expand=0&clasification=cie10mc&version=2010
- Capuano CF, Carlo AJ. Antonio Vallejo Nagera (1889-1960) y la eugenesia en la España Franquista. Cuando la ciencia fue el argumento para la apropiación de la descendencia. Revista de Bioética y Derecho, 2012;26:3-12.
- Bosch Fiol E et al. La psicología de las mujeres republicanas según el Dr. Antonio Vallejo Nájera. Revista de Historia de la Psicología. 2008;29:35-40.
Autoría: Sendoa Ballesteros.
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Este documento debe citarse como: “Ballesteros S. El DSM, los homosexuales, los comunistas y la eugenesia [Internet]. Enfermería Activa del Siglo XXI: blog abierto; 28 de junio de 2021. Disponible en: www.enfermeriaactiva.com”