La COVID-19 ha hecho evidente la necesidad de reestructurar el sistema sanitario. La pandemia ha añadido urgencia a la transformación sanitaria, siendo imprescindible el liderazgo enfermero, si quiere mantener la calidad asistencial. Las enfermeras debemos ser agentes de reforma y de cambio, participando activamente en su mejora juntamente, codo con codo con el resto de profesionales sanitarios. Nuestra responsabilidad profesional compromete nuestra acción en la defensa del cuidado de nuestros pacientes, de los ciudadanos y del sistema de salud.

La resolución de los problemas estructurales de nuestro sistema sucederá en gran medida si se cuenta con la participación activa de las enfermeras en la toma de decisiones, para asegurar la reforma del sistema, mejorando el cuidado a las personas, la salud y la sanidad. Este enfoque, contribuirá, a su vez, a la necesaria feminización (las enfermeras somos mayoritariamente mujeres y constituimos el 60% de los profesionales sanitarios) de la gobernanza sanitaria. Extensa evidencia científica demuestra que los países que invierten en enfermeras y cuentan con ellas en todos los niveles de toma de decisiones, mejoran significativamente su salud, su economía y su equidad de género.

Las enfermeras, tenemos mucho que aportar al más alto nivel de gobernanza. En nuestro país, las enfermeras (ya sean graduadas, máster o doctoras) están muy bien preparadas para que, conjuntamente con los médicos, impulsen el cambio, conformen un futuro sanitario que potencie la promoción de la salud, la prevención de enfermedades, una mayor integración sanitaria y social y mejor coordinación de la atención. No obstante, a pesar del intenso esfuerzo que realizan las enfermeras para conseguir participar en la toma de decisiones al más alto nivel, no lo están consiguiendo, de modo parejo a lo que sucede a nivel social, gracias al mantenimiento de viejas estructuras de poder se perpetúa la lealtad más que el conocimiento. La buena noticia es que las enfermeras somos voces de confianza para los pacientes, hemos ganado apoyo público y estamos comprometidas con la mejora asistencial y con el cuidado. Ha llegado el momento de que cuenten con nosotras en el desarrollo de las políticas sanitarias. Si hubiéramos participado en la toma de decisiones, no existiría escasez de enfermeras, no habríamos contemplado atónitas su éxodo a otros países, no las mantendríamos con contratos precarios. Sus contratos serían estables, habríamos creado puestos de especialistas y participarían ya activamente como líderes en todos los niveles sanitarios, incluido en el Ministerio y en las Consejerías de Sanidad. Nuestro reto es ahora contar con una dirección Enfermera Nacional. El informe de la Organización Mundial de la Salud “El estado mundial de la Enfermería de 2020” ve necesaria esta inversión en España.

Las enfermeras estamos en primera línea asistencial. La población reconoce nuestro trabajo y espera mucho de nosotras. Es hora de asegurarnos que nuestra voz se oye en el gobierno nacional y en los autonómicos, y de que nos demuestren su apoyo invirtiendo en enfermeras y en enfermería.

 

 


Autoría: Adelaiza Zabalegui. Editor responsable: Gorka Vallejo.

Artículo con revisión editorial. No existen conflictos de interés en relación al presente artículo. Las opiniones expresadas son responsabilidad exclusiva de los/las autores/as y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de los/las editores/as. Artículo bajo licencia de Creative Commons: Reconocimiento 4.0 Internacional.

Este documento debe citarse como: “Zabalegui A. La participación de las enfermeras en la influencia política para mejorar la salud [Internet]. Enfermería Activa del Siglo XXI: blog abierto; 12 de mayo de 2021. Disponible en: www.enfermeriaactiva.com”

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