El año 2020 fue el año de las enfermeras, el famoso (al menos dentro de nuestro colectivo) Nursing Now. Un año que se prometía muy intenso, lleno de debates, de congresos, de ponencias y de artículos, explicando por y para nosotras la importancia de que la profesión se desarrollase. Nos las dábamos de entendidas, sabiendo casi a la perfección cuáles son los pasos a dar en un mundo que apenas nos conocía.
Y, de repente, llegó la pandemia mundial.
En medio de una pandemia, dejamos de lado toda la teoría para meternos de lleno en la acción. Trabajamos sin descanso junto al resto de compañeros sanitarios y no sanitarios en todos los lugares en los que ya solíamos hacerlo o nos trasladamos a otros nuevos. Aprendimos nuevas técnicas, nuevos protocolos, nuevas formas de trabajar, pero lo dimos todo para que nuestros pacientes fueran atendidos lo mejor posible. Nos apoyamos en el resto de compañeras, trabajamos codo con codo, aprendimos y enseñamos, hicimos cursos, leímos, estudiamos, nos actualizamos, nos basamos en la evidencia. Pese a que esta enfermedad es muy contagiosa, nos acercamos a los pacientes lo más protegidas que podíamos, les acompañamos en los momentos más difíciles, les ofrecimos las manos aunque fuera a través de los guantes, y les explicamos todo lo que no entendían, para tranquilizarlos, como siempre hemos hecho. La base de nuestra profesión es el cuidado, y nunca hemos dejado de ofrecerlo, pese a que tuviéramos varias capas de ropa protectora y una pantalla de por medio.
De repente, se visibilizó un atisbo de nuestra profesión. Se explicó al mundo algo sobre qué hacían las enfermeras, esas trabajadoras tan desconocidas, que aparecen en todas las series y en todas las películas cargando con una carpetita, con faldas de diferentes tamaños… pero que nunca se llega a saber qué hacen realmente. De repente, aparecimos como las nuevas heroínas, se tuvo en cuenta que somos nosotras las que practicamos técnicas avanzadas, las que hacemos seguimientos telefónicos, las que acompañamos, las que hacemos videollamadas… las que cuidamos, en definitiva. Y los cuidados asombraron a toda la sociedad.
Nos aplaudieron. Nos alabaron. Nos agradecieron. Pero nosotras seguimos siendo lo que hemos sido siempre: enfermeras. Que eso sea algo heroico o no, queda en el pensamiento de cada uno.
Aun así, fue pasando el tiempo, y la pandemia no terminó. Seguimos a día de hoy realizando todos los cuidados necesarios con un traje encima, pasando calor, pasando estrés, sufriendo por la falta de personal, doblando turnos, trabajando más horas de la cuenta, a más ritmo del que podemos asumir. Seguimos siendo las que realizamos las técnicas tan asombrosas, las que estamos pendientes de los cuidados de los pacientes y de la sociedad, las que hacemos educación para la salud, prevención de la enfermedad, las que acompañamos… pero la sociedad, vuelve a olvidarnos.
¿Hemos perdido la mayor oportunidad que hemos tenido hasta ahora de visibilizar la profesión enfermera?
Solo hace falta ver o leer los medios de comunicación durante un rato para darse cuenta de que volvemos a estar desaparecidas. Apenas salen hablando de nosotras, y cuando lo hacen, utilizan otros términos. Ya no nos llaman enfermeras, ahora somos “las personas que administran las vacunas”, o somos “rastreadores” que siguen los contactos de los pacientes desde los centros de salud. Se habla ahora de “sanitarios” que sacan muestras de sangre. Se presenta a tres “profesionales” que trabajan en la UCI de un hospital, cuando se está entrevistando a tres enfermeras. Y si se menciona la palabra “enfermera”, suele ser en una letra pequeña, en vez de ponerlo bien grande en el titular de la noticia. Ni siquiera en la estrategia de vacunación del Ministerio de Sanidad aparece la palabra “enfermera”.
¿Por qué estamos tan desaparecidas? ¿Acaso no hemos hecho bien nuestro trabajo de visibilización? Han entrevistado a muchas compañeras, han salido en diferentes canales explicando cómo está la situación en sus lugares de trabajo, pero quizás, no hemos sabido transmitir a la población la importancia de las enfermeras. Se habla de que no hay suficientes enfermeras para trabajar, pero no se habla de los cuidados que realizamos. Se habla de que las enfermeras son importantes, pero no se dice por qué.
Y creo que esa es una de las asignaturas que tenemos pendientes; el darnos la importancia que nos merecemos. En decir bien alto que somos enfermeras. Además así, en femenino, ya que eso también llama la atención a la población y no ha calado lo suficiente: una profesión eminentemente femenina, debe ser reconocida en femenino sin que eso sorprenda o minusvalore a nadie.
Creo que tenemos muchos temas pendientes, y que, aunque ahora estamos cansadas, derrotadas, enfadadas y tristes, no podemos dejar pasar ni una de las oportunidades que se nos pongan por delante para darnos una buena visibilidad como colectivo, y para buscar un buen reconocimiento de la profesión enfermera.
Por eso, debemos seguir trabajando, juntas, para lograr algo que tenemos pendiente: la visibilidad enfermera. Conseguir pasar de “vacunadores” o “rastreadores” a enfermeras.
Autoría: Alicia Méndez Salguero. Editor responsable: Gorka Vallejo.
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Este documento debe citarse como: “Méndez AL. Personal vacunador, rastreadores y enfermeras. [Internet]. Enfermería Activa del Siglo XXI: blog abierto; 22 de febrero de 2021. Disponible en: www.enfermeriaactiva.com
Es muy digno y admirable el trabajo que dan las enfermeras deberían de ser más que admiradas valoradas, no solo por los pacientes porque ya lo son si no por los gobernantes porque todos en la vida llegaremos talvez ha ser pacientes y todo es una rueda y nos veremos en algún momento de esta vida.